“Se busca fotógrafo/a sin cámara”

Ese fue el anuncio que dejé en el periódico esa tarde. Necesitaba urgente un fotógrafo o una fotógrafa… proyectos, si, para proyectos de esos que a uno se le ocurren una mañana de sábado cualquiera mientras se come un pedazo de pan con chocolate sintiendo la mañana pasar y esperando con ganas que el sol deje de entrar por la ventana a calentar el piso cual parrilla, como si fuera su casa.

Al día siguiente, recibí una llamada. Era una voz metálica de mujer.

- ¿Aló? –me dijo ella
- Buenos días, en qué puedo servirle…
- Mire, le llamo por el anuncio que dejó en el periódico Vanguardia Liberal… -hubo un corto silencio de mi parte, quería saber cómo se expresaba esta mujer. A la hora de buscar un trabajador hay que fijarse en todos los detalles –¡salió esta mañana! –dijo, tratando de disculparse
- Ahh… ¡si! Bueno pues… con quién tengo el gusto…
- Ehm… sí busca un fotógrafo sin cámara, ¿le sirve un empleado sin nombre? –no me esperaba esa respuesta.

Si esa mujer hubiese visto mi cara de asombro con tintes de admiración, seguro se habría sonrojado, si es que el sonrojado no era yo, escuchando esa voz.

- Bueno pues, no. Verá, lo de fotógrafo sin cámara no es una petición laboral. Es decir, es una idea que tenemos –solía utilizar el plural a la hora de mis ideas, es mejor quedar en ridículo en grupo que uno solo, aunque ese grupo fuera únicamente la personificación de cada uno de mis planes –en grupo de artistas y yo, donde buscamos, como dice el anuncio, fotógrafos sin cámara… es una especie de metáfora, y también una prueba de…
- Yo no tengo cámara…
- Si la tuviese no habría llamado, ¿o si?
- ¿usted lo hubiera hecho?

Era una chica muy perspicaz, su voz, de no ser por las cosas que decía, pasaría por la de una jovencita de diecisiete o dieciocho años.

- Lo que buscamos es gente que sienta una pasión por lo visual, por la fotografía, para ser más precisos –me senté en el sillón del gerente imaginario y empecé a hablar como todo un negociante –y los buscamos sin cámara, básicamente para darles a conocer su capacidad como fotógrafos, digamos que en cierto modo viene a ser una especie de escuela para el fotógrafo…
- Muy buena estrategia publicitaria la de jugar con el comprador ¿verdad? –esa joven voz metálica se visitó de sarcasmo y sin duda, yo no me estaba haciendo entender –claro; decir que buscan fotógrafos sin cámara, es mucho más llamativo que decir: Escuela de fotografía para pobres…
- No, no, no… no me estoy haciendo entender, lo de escuela lo dije a modo de metáfora
- ¿es que acaso todo lo que usted dice es una metáfora?

Respiré hondo en vez de responder: si. Esa era la persona que buscaba, no era necesaria una entrevista para darme cuenta de lo astuta que era, ¡de lo sagaz! y en mi idea, necesitaba un fotógrafo con esas cualidades.

- Empecemos de cero, ya está visto que esto no va para ningún lado
- Cómo quiera.
- Mire, podría darme su nombre, por favor
- Camila, Camila Sánchez.
- Ok, Camila. Lo que busco es un apasionado por la fotografía, pero que no tenga cámara y antes de que me interrumpa, déjeme explicarle de qué se trata. Necesito alguien que sea capaz de ver lo que yo no. Alguien que sea capaz de tomar fotografías con sus ojos, que me narre lo que vea, que sea capaz de imprimir una fotografía con sus palabras.
- …
- …alguien que comprenda que la cámara muchas veces no es más que un obstáculo entre la mirada y el artista, alguien que fotografíe sin robarle tiempo al tiempo. Que describa lo que yo no puedo ver…

Escuché, que por su garganta bajaba un cúmulo de sensaciones: un puñado de vergüenza, otro poco de miedo, algo de timidez y nerviosismo.

- …Verá, Camila. Soy un escritor ciego…