la seguridad de las sensaciones conocidas.
Hoy es uno de esos días en los que uno desearía desaparecer del mapa, hacerse invisible. Pero no para siempre, sólo para pasar desapercibido, sólo para dejar de estar ahí, sólo para tomarse un respiro, para dejar de sentir.
Porque hoy es uno de esos días en los que uno se levanta por la mañana y siente que algo no marcha bien pero no distingue el qué. Es como si todo se hubiera conjugado en tu contra, aunque en realidad sabes que no pasa ni pasará nada fuera de lo normal, que esa sensación no es premonitoria de un desastre.
Es una sensación que te acompaña vayas dónde vayas. Hagas lo que hagas, te pongas como te pongas, ahí está ella, pegada como una sanguijuela que te chupa la calma.
Y que a veces consigas perderla, cómo a veces consigues perder a tu sombra, no te ayuda a recuperar la paz. Sabes que ese instante de cordura nunca dura más que unos segundos. Sabes que tras un rápido destello, que percibes a modo de chirrido, tus pensamientos derivarán de nuevo hacia esa sensación de agobio que te embargará, otra vez, acelerando los latidos de tu corazón, hasta tal punto que sientes deseos de gritar y salir corriendo, con el convencimiento de que eso será suficiente para devolverte la paz.
Pero por algún motivo nunca lo haces, siempre decides quedarte quieto y recrearte en ese sentimiento angustioso. Porque en el fondo temes que si inicias la carrera ya no haya posibilidad de retorno y eso también te asusta. Es la seguridad de las sensaciones conocidas.
Así que, ahí estás tú, al borde de un ataque, mirando a tu alrededor, con ojos desorbitados, esperando captar alguna mirada, algún signo del exterior que te sirva para confirmar que lo tuyo no es una paranoia, si no una sensación real.
Pero nada sucede, todo transcurre como otras veces. Las paredes de blanco acolchado siguen dónde siempre. Las paredes que evitan que los locos como tú y como yo iniciemos nuestra carrera hacia la cordura.
Al fondo, por una ventana, espiando, aquellos que dicen llamarse cuerdos.
12 comentarios:
mira, que tuve una sensacion parecida la semana pasada, pero ahhh, ya me canse de la afliccion, me relaje y todo se paso...no se creo que cuando te relajas todo fluye mas...igual todo pasa
besos señorita
(^*^)
Si señorita, maldita paranoía y locura que a todos nos aflige, porque yo creo que la ventana que da al mundo de los cuerdos esta del otro lado vacía... Y por mucho que corramos entraremos a otra habitación similar.. si no la misma...
Probablemente me equivoque. Pero tu reflexión me sugiere ese tipo de soledad que te empuja a mirar en derredor buscando a alguien perdido exactamente en el mismo sentido que tú. Como esperar reconocer a un náufrago afín.
Quizá nos empeñamos en estar solos en un mundo repleto de gente.
defiitivamente hoy es un dia de esos...
la locura es un cierto placer que solo los locos conocen
Y para qué recorrer o ir hgacia la cordura???
lo q dice el dedito: No no no
besotes natts.... ah y otra cosa BESOTEEEEEES!!!
hoy es un día como tantos hay, tranquila, mañana será otro día.
saluditos!!
ahhhhhh.. esto cambio,.. washhhhhhh
bonito
besos
..vuelvo.
En esos momentos serviria de mucho tener el mar cerca, y la playa para uno nada mas... no crees?
Un abrazo
Qué blog mas raro, pero interesante.
yo si se lo que esta mal... en mi! jajaja
que dia de locos... que ultimos 12 dias de locos...
besos
pues, vos sabes que nunca paso muy de seguido por aca, internet no es de mis aficciones, pero este relato me ha gustado bastante, besos natha hermosa, espero andes muy bien, ya que me tenes olvidada y ni una llamada regalas
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